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Alpinismo en Sierra Nevada. Marzo de 2020

CORREDOR DIAGONAL (PD+, 50º, 210m)
BARRANCO DEL RÍO ALHORÍ, JÉREZ DEL MARQUESADO (GRANADA)
7 DE MARZO DE 2020


Y por fin llega el tan ansiado fin de semana. Después de varias semanas de trabajo y mundanal rutina, de esa que te va succionando la energía y, a veces, hasta las ganas de salir al monte. Pero no, este finde toca sierra, ¡y allá que nos vamos!

Como siempre, Josepa y yo vamos organizando el plan según van pasando los días de la semana y “nos vamos calentando”. En esta ocasión lo teníamos bastante claro desde hacía varios días. Habíamos oído que las condiciones en los corredores del Alhorí estaban inmejorables y decidimos que sería una buena oportunidad volver a repetir el Corredor Diagonal de esta zona tan conocida para nosotros, pues ha sido el destino de la gran mayoría de incursiones montañeras que hemos realizado en los últimos años. Ha sido, sin duda, el lugar donde hemos aprendido aquello -mucho o poco- que humildemente conocemos a día de hoy.

Foto 1: Corredores del circo del Alhorí

Ya habíamos probado con anterioridad y con otro de nuestros compañeros habituales de parrandas montañeras -el bueno de Benito- este corredor, que por ser más técnico que el tan conocido Corredor Central, requiere del uso de cuerdas para hacerlo de forma segura y tranquila. ¡Y vaya que fueron necesarias! 
 
Pero no corramos tanto, empecemos por el principio: como ya decía, decidimos que sería buena idea ir la noche de antes para hacer vivac lo más alto posible en la zona de este barranco del alhorí, en el que tantas noches hemos maldormido tirados en el ingrato suelo. Finalmente, y como cabía esperar, decidimos hacer noche bastante más abajo de la cueva de los Ladrones -nuestro objetivo inicial- y acabamos buscando refugio del fuerte viento a sotavento de uno de los bloques enormes que se encuentran dispersos junto a la puerta del alhorí, entrada natural del homónimo barranco. 



Fotos 2, 3 y 4: Vivac junto a la Puerta del Alhorí
 
Tras la habitual noche a duermevela con la que la montaña siempre nos da la bienvenida después de muchas -demasiadas- noches durmiendo en nuestras confortables lechos allá en la civilización, decidimos ponernos en marcha por el tan bien conocido camino que nos depositaría después de 2 horas en el circo donde confluyen el naciente río Alhorí, abajo hacia el valle y nuestro objetivo, trepando entre espolones, siempre hacia arriba.



 Fotos 5, 6 y 7: Puerta del Alhorí

Una vez almorzados, hidratados, meados y pertrechados, decidimos ponernos manos a la obra y nos dirigimos hacia el cono de deyección donde el corredor acostumbra a vomitar todo aquello que le indigesta la acción del sol y el deshielo: piedras, hielo, nieve… esperemos que nosotros le sentemos hoy de maravilla.

  Foto 8: Entrada al corredor Diagonal

Montamos la primera reunión junto a la cascada de hielo Polvos Mágicos (algún día estaremos preparados para hincarle el diente a este hueso, al menos soñamos con ello cada vez que venimos por aquí) y me enfrasco en el primer largo de este corredor tan bonito. La nieve es de muy buena calidad, a diferencia de la vez anterior que estuvimos, que se convertía en potito para bebés bajo el peso de nuestros pasos, y la progresión es rápida. Meto unos cuantos de nuestros nuevos cacharros para asegurar el largo mientras pienso que puede que hayamos superado de una vez nuestra etapa de montañeros homeless. Monto reunión desde un ventisquero junto a la pared y observo a mi primo como recoge los bártulos de la R1 mientras una cordada que suben en ensamble le adelanta por la derecha. Esta vez, y después de mucha práctica en secano, no tenemos problemas de enredo con nuestras cuerdas y, más rápido que otras veces, el primo tira hacia arriba mientras yo le voy recogiendo cuerda. Una vez juntos, intercambiamos material, nos recolocamos en la reunión y salgo hacia arriba a meterle mano al largo clave de la vía. 



Fotos 9 y 10: R1 en la base de las cascadas de hielo

A todo esto ya me ha adelantado el primero de la cordada que nos seguía, y se le veía suelto al tío -más tarde su compañero me confirmaría que era un exmiembro del GREIM-. Yo le sigo los pasos y me meto por donde él se mete (y probablemente no me hubiera metido de haberme visto yo allí solo), en este caso un resalte de hielo duro como el metal, donde solo se clavan las puntas frontales de los crampones y donde hay que darle bien duro al piolet para que entre lo suficiente como para que tu cabeza diga venga, pa’lante. Coloco un tornillo de hielo en el que confío lo más grande y sigo para arriba dándole machetazos a un cada vez más duro escenario. Cuando salgo de la parte más delicada decido colocar un friend en la pared que ahora se abre allá lejos a mi izquierda y paso un rato entretenido haciendo una travesía de ida y vuelta para colocar el seguro y volver a la senda de mi vertical camino. Aquí el corredor se vuelve a estrechar y se hace súper estético (donde pollas hay una cámara de fotos cuando se la necesita? Una cámara de fotos y un fotógrafo, por supuesto) Decido montar la reunión en el cordino roñoso fabulosamente empotrado en un bloque que recordaba de anteriores visitas a estos lares. En este punto la comunicación entre mi primo y yo es imposible. Él allá abajo y yo, aquí, fusionado con la piedra cual Excalibur que espera a su rey Arturo, inamovible y expectante. Le grito reunión pero él no me oye. Por suerte aparece de repente y cual espectro del anillo, el Segundo de la cordada compañera. Me dice que va sobrecalentado, como un Renault 5 cargado de pasajeros y subiendo el Puerto de la Ragua en invierno, y su presencia a medio camino genera en ese momento una conexión comunicativa entre mi compañero en lontananza y yo. Tras un rato de incertidumbre, mi compañero alcanza el punto en el que me hallo y me cuenta que el famoso friend que tanta angustia me supuso colocar fuera de ruta le produjo una descompensación con las cuerdas que le mantuvo prisionero e incapaz de poder moverse.

 Foto 11: 1er largo desde la R2

Tras ponernos al día con nuestras respectivas mierdas, me pongo en marcha y me ventilo el último y más sencillo de los tres largos. Monto reunión en unos salientes de roca y ahí, tras un rato de dinámica de dar y recoger cuerda, finalmente nos reunimos, nos contamos lo mucho que hemos disfrutado y lo bien y rápido que ha ido todo. Bien sí, le digo, pero rápido, lo que se dice rápido... ¡llevamos cuatro horas metidos en el corredor! Decidimos que es tiempo de recoger cacharros, cuerdas y demases y tiramos raudos hacia la piedra de los Ladrones, lugar de peregrinaje de bocadillos y cigarrillos post-aventura. Tras un corto descanso, nos dirigimos como tantas otras veces por la interminable Loma de Enmedio, que nos depositará, en primera instancia en el refugio del Postero Alto y de ahí a nuestro coche, 20 interminables minutos más abajo.

  Foto 12: 3er largo desde la R4

Hasta aquí el día de aventura en familia, como de costumbre, el cuerpo bien y los pies fatal.

 Foto 13: La suerte del montañero con juanetes

Chema Picón, 2020
Club Adenow, 2020

1 comentario:

Alguien dijo...

"Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.

Ingmar Bergman