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Sierra Espuña, sierra encantada....


7’30 a.m. del jueves 1 de abril. Los primeros rayos de luz nos presentan un día radiante. Alejandro y yo nos encontramos en la calle, con cara de circunstancia y con las mochilas preparadas. Esperamos a Ángel, alias “El mangueras”, pero ¿vendrá o no vendrá? La duda nos abate y nuestras esperanzas de hacer la ruta se desvanecen, se desvanecen, se desvanecen… Por fin, Ángel contesta nuestras llamadas y con voz de ultratumba nos comunica que su coche se encuentra en Archivel, pero no pasa nada, no perdemos los nervios; el compañero “mangueras” hace lo posible por recuperar su auto y emprendemos la marcha hacia Sierra Espuña a las 8’45 a.m.

        Cogemos la carretera de Los Prados, con navegador incluido. El GPS, cacharro patatero propiedad de Ángel se rompe y adquiere vida propia para morir después sin batería, o sea, que estamos solos ante el peligro. Llegamos sin problemas a Finca Caruana para comenzar la ruta circular, que nos llevaría entre 6 y 7 horas. Sierra Espuña está encantada, lo hemos comprobado, y como dicen los gallegos: “yo no creo en  las meigas, pero haberlas haylas”. Y es que 28 km dan para mucho… 
        El buen tiempo nos acompañó y el sol calentó nuestras cabezas, hasta el punto de que   en nuestra primera parada en “La casa del Pinillo”, creímos ver una manada de Arrui (especie de cabra autóctona de Marruecos que cruzó el Estrecho para asentarse en esos monte) donde no las había, y, cual desierto, surgieron espejismos de rebaños en el horizonte. Los vuelos de los abejorros nos anunciaron visita y no se equivocaban: hasta tres grupos de montañeros se nos cruzaron. Alcanzamos el cerro de Pedro López (1569 m) en nuestra segunda parada e iniciamos el descenso. Una agradable senda con flora variada. En un tramo del camino me despisté del equipo Chinchetas-Mangueras, pero suerte que mis silbidos podían oírse a varios kilómetros a la redonda y corrieron en mi búsqueda. 


         Las copiosas lluvias de estos meses de invierno han provisto a Sierra Espuña de pequeños caudales de agua que recorren algunos tramos de senda, pero sin ninguna complicación excepto el barrizal de las botas. Aunque no es una ruta difícil, los 900 m de desnivel piden que el excursionista/dominguero/montañero/cabra montesa que quiera internarse en Sierra Espuña tenga algo de fondo.  Cuando llegamos al final de la ruta (de nuevo a Finca Caruana) un nuevo misterio nos asaltó: en la carretera asfaltada que llegaba desde el final de la pista hasta el coche pudimos ver escritos mensajes tales como: “MORIRÁN” “TOY LOCO” y numerosas manos blancas que nos pusieron en situación para aligerar el paso y no volvernos a mirar, por si acaso. Incluso el coche de Ángel tenía frases escritas en el capó del tipo: “MARRANO, LAVA EL COCHE”.  Por supuesto, tuvimos que reconsiderar la idea de hacer una visita al sanatorio de Totana, porque no era cuestión de seguir tentando a la suerte.

       En nuestro afán por indagar en el misterio y los sucesos paranormales llegamos a Águilas, a la casa de Olga, también en compañía de Alfonso El Sabio. Nos sirvió unas bebidas espumosas y brebajes espumosos que nos estimularon y nos llevó a rincones oscuros del pueblo donde unas luces extrañas nos perturbaban. Cosa curiosa, en nuestras costas también suceden fenómenos extraños; si uno está atento puede conseguir imágenes de espectros, como nos pasó a nosotros. ¡Ah! ¿Qué? ¿No nos creen? Compruébenlo ustedes mismos.


       También pudimos ver especies raras del “Homo aguilensis”, una raza dañina que tiene predilección por los monederos negros ajenos, sobretodo si contienen boquillas y papel de fumar.


       Con el rumor de las olas contra la playa y la luna reflejada en el mar terminamos nuestra aventura.

  Hasta la próxima…

                                                                                                                     















                                                                                                                Crónica by Reyes Aznar.
                                                                                                                               Fotos Alex M.
                              


                                         
Próximamente todas las fotos...                                                                     

Alguien dijo...

"Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.

Ingmar Bergman